Hoy doy gracias por tener una nueva oportunidad, pues nunca se sabe cuándo
será tu último día. Me siento como un condenado a muerte que ha sido perdonado.
Me siento feliz.
Hoy decido ir un paso más allá y ser diferente al resto del mundo, no
mejor, no peor, pero si diferente. Si reconozco quien soy, con mis defectos y
mis virtudes puedo entender que antes de mí, nunca ha existido nadie igual y después
de mí, jamás existirá alguien igual a mí. Entonces, si todos somos únicos en
este mundo, ¿Por qué intentamos parecernos al resto? ¿Por qué modificamos
quienes somos para agradar a los demás?
Desperdiciamos la vida intentando encajar, obedecer las reglas de otros y sin cuestionar. Queremos que nuestros padres nos amen y hacemos los que ellos creen que es mejor, buscamos que nuestros amigos nos amen y hacemos lo que creemos que ellos quieren de nosotros. Tenemos miedo a ser mejores que el resto, porque no queremos que nos odien. “Es nuestra luz, no nuestra oscuridad a la que le tememos… pero debemos entender que si nosotros brillamos, le estamos permitiendo a los demás brillar con nosotros”.